El enólogo uruguayo y vicepresidente de la Unión Internacional de Enólogos José
María Lez Secchi fue invitado por tercera vez a formar parte del cuerpo de
degustadores del prestigioso concurso Vinandino, que se realizó en
Mendoza y parte en San Juan.
— Uruguay está generando logros importantes al colocar a uno de sus hombres en
la Unión Internacional de Enólogos ¿este logro cómo acompaña el desarrollo
vitivinícola del país?
– Si bien Uruguay tiene una porción muy pequeña del mercado, mucho más pequeña que Argentina, en estos momentos logramos un buen reconocimiento del mercado en cuanto a precio, mejor hoy que los otros países del bloque latinoamericano, de alrededor de U$S 3,21 por botella en promedio.
– Tener un mejor precio es uno de los grandes objetivos de los bodegueros de
América del Sur ¿cómo lo han logrado ustedes?
– Uruguay tiene poca oferta, poco volumen, y nos estamos esforzando mucho en
mejorar la calidad. Por estos movimientos se rige el mercado. Si bien el Tannat
es la variedad insignia, también estamos elaborando buenos licores y espumantes
y hemos mejorado mucho en los Merlot y Cabernet Sauvignon, además de hacer algo interesante con variedades que para nosotros son nuevas como el Pinot Noir y el Merselan.
– Como jurado de Vinandino por tercera vez ¿cómo evalúa la calidad de los vinos
argentinos?
– Vemos una preocupación permanente por la calidad. En calidad, Argentina nunca
decayó, hizo inversiones, tecnificó. Esto se nota en el vino. Uruguay tomó como
ejemplo esa matriz. Creo que juntos lo que debemos lograr es que nos reconozcan
como elaboradores de vino de alta gama, y no como elaboradores de etiquetas
blancas.
– ¿Cuál es el perfil que necesita tener el enólogo para insertarse exitosamente
en un espacio laboral cada vez más competitivo?
– Esta es una buena pregunta, que me toca de cerca, porque soy enólogo y porque veo la necesidad de monitorear a los profesionales que salen de las
universidades. En Uruguay estamos trabajando hace tiempo con la descripción del
perfil del enólogo. Hoy es un profesional que tiene que conocer desde la viña
hasta el consumidor final. Debe conocer sobre investigación enológica, pero
también necesita tener conceptos de mercado. Sin embargo esto no debe
malinterpretarse. La primera y más importante función del enólogo es hacer un
buen vino. No preocuparse por la economía de la empresa, porque allí todo se
mezcla. Sí necesita tener una buena comunicación con el resto de las áreas para
compartir las decisiones importantes.
– ¿Qué piensa de los asesores internacionales, esas estrellas rutilantes que
marcan la forma de elaborar vino en varios países, como Paul Hobbs o Michel
Rolland?
– Creo que son presencias positivas, porque ayudan a vender muchos litros de
vino. Hay algo que valoro en estos “flying wine makers”. Son personas que le han
dado a la industria un empujón muy importante. En cuanto a la globalización del
gusto, no me preocupo, porque si existe un producto que permite crear perfiles
propios, es el vino. No hay que renegar de nada. Si el maridaje sirve al vino,
entonces sirve.
– Retomo el tema de la presencia de los países de América Latina en la Unión
Internacional de Enólogos ¿cómo estamos posicionados dentro de la federación?
– Bueno, por ahora venimos manteniendo la vicepresidencia, y nuestra idea es que
siga en manos del bloque latinoamericano. Hoy estamos comenzando a transitar un
camino de unión entre los cuatro países, a través de estrategias comunes. De
hecho esta semana nos reunimos justamente para eso. Pensamos que esta región del mundo debe ser reconocida.
– ¿Cuál es el trabajo específico que realiza la Unión Internacional?
– Uno de los trabajos más importantes que tiene es asesorar a la OIV en los
aspectos técnicos. Tuvimos influencia en la decisión que se tomó sobre las
buenas prácticas enológicas, y digo tuvimos porque hablo de los cuatro países
latinoamericanos frente a propuestas de la Unión Europea y de otras regiones.
– ¿Qué influencia real tiene la Unión en la modificación de políticas que
beneficien a nuestros países?
– Vemos lo que pasa, se discute y los temas se elevan a nivel de asamblea
mundial, sin embargo no tenemos influencia en las medidas que son netamente
políticas. En verdad estamos pidiendo a gritos que las instituciones
gubernamentales tomen en cuenta los aspectos técnicos del vino antes de tomar
decisiones o de generar burocracia. Hoy conseguir un documento puede demorar un cargamento tres semanas y en el mundo en que vivimos, ese tiempo puede
significar perder un mercado. Esto es algo que quienes toman las decisiones
políticas deberían comprender.
http://www.losandes.com.ar/2007/1201/Suplementos/Fincas/nota411754_1.htm
FUENTE: Diario Los Andes – Gabriela Malizia
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