Trazabilidad: A tono con las exigencias del mercado
Las exigencias del consumidor, en cuanto a la calidad de los productos, son cada vez mayores. La Argentina consume vinos de calidad y el mercado extranjero busca lo mismo.
Si las bodegas argentinas quieren participar y formar parte del mercado mundial deben aplicar los distintos mecanismos que contribuyen a optimizar el sistema de producción.
Las certificaciones de calidad, como así también la trazabilidad se han convertido en condiciones sine qua non para lograr tal objetivo y mejorar el posicionamiento de los productos en cualquier mercado, sobre todo en el internacional.
Esto es porque hace unos años la Unión Europea fijó, que a partir del 1º de enero de 2005, los exportadores de productos industrializados debían contar con los procedimientos de trazabilidad para ingresar a los países miembros del bloque. Y esta fue una de las razones por la cual muchas de las empresas vitivinícolas argentinas comenzaron a utilizarla.
Actualmente, en la provincia de Mendoza son muchas las que lo han adoptado, como es el caso de Luigi Bosca, Norton, Viniterra, Nieto Senetiner, La Rural y Viñas Argentinas, por nombrar sólo algunos casos.
Con este método se lleva a cabo un minucioso seguimiento de la historia del producto que elabora la bodega. Guarda y controla la historia del mismo, realiza un importante rastreo por el que transita la uva, desde que nace en la viña, se elabora el vino en la bodega, hasta que llega finalmente al comercio.
Las bodegas que optan por hacer uso de esta herramienta manejan una información detallada que les permite mejorar o corregir todo error que se haya generado durante el transcurso de la elaboración del vino.
Por lo tanto, los beneficios son varios y no es común que la botella que esté en góndola presente algún inconveniente, ya que la trazabilidad es usada, justamente, para encontrar los defectos a tiempo, antes de que el artículo llegue a manos del consumidor.
Las certificaciones de calidad, como la HACCP o la ISO 9000, consideradas importantes a la hora de exportar un producto, están estrechamente ligadas a la trazabilidad, pues ayudan a mantenerlas o a adquirirlas.
Una de las bodegas mendocinas que trabaja con ella es Luigi Bosca y su enólogo José Irrera apunta a que su aplicación es fundamental para el comercio exterior y para la búsqueda de excelencia en los vinos que elaboran. “Si un país nos llega a preguntar las características de nuestro vino tenemos un determinado tiempo para contestar y con este método podemos hacerlo”.
Pedro Videla, encargado de Sistemas de la bodega Viniterra, expresa que este procedimiento controla cada etapa por la que pasa la uva hasta que llega al cliente.
Para contener toda esta información, que necesita la bodega, es menester utilizar un software fabricado especialmente para tal fin.
En la Argentina existen empresas que comercializan este sistema de gestión, como es Ardison Software & Consulting y Sein Argentina.
Ardison ha sido la primera empresa en desar rollar un software destinado específicamente a la vitivinicultura conocido como AR Ballon. Cecilia Venanzi, del área de comercialización de la empresa, explica este sistema de gestión está dividido en tres etapas: viñedo, elaboración en bodega y producto final en góndola. Asimismo, puede repetir los distintos procedimientos realizados para mejorarlos, evitar errores y establecer la trazabilidad.
Esto se logra incorporando el sistema en las distintas aéreas de la bodega, para conocer la producción, los costos, la comercialización, las finanzas, el planeamiento y la logística.
“Nosotros vendemos este sistema de gestión a las empresas que lo requieran, les brindamos la capacitación y la sistematizamos. Además, nos pueden consultar cuando así lo deseen”, detalla Venanzi.
Ardison trabaja con más de 30 bodegas y aseguran que va en aumento debido a la norma establecida en el 2005 por la Unión Europea.
Por su parte, Sein Argentina trabaja con su software Redline, que también fue creado para la vitivinicultora. Es una herramienta que contribuye a mejorar los procesos que se realizan en el campo y en la bodega, con su posterior comerc ialización.
El consumidor alcanza a identificar a este producto terminado de varias maneras, unas de ellas es con un código de barras o con la fecha y hora.
FUENTE: Diario Los Andes – Paula Vázquez Viera